De mi tonta esperanza
y mis tontos recuerdos,
surge la voz querida,
multiplicando anhelos.
Y me siento en el patio,
curtido por el tiempo,
y la esperanza llama
a algún abrazo nuevo.
Con mis tantos fantasmas
en ese pueblo viejo,
que siempre atrae sonrisas
en un punto de encuentro.
Y me llama la vida,
mirándome a lo lejos
por las tantas sonrisas
y los tantos recuerdos.
Mirando al mismo río,
llevándose a lo lejos,
todas las inquietudes
que viví y que deseo.
Una charla cautiva,
que me grita, de lejos,
volver hacia la ruta
de mis campos viejos.
Y las frutas del patio,
mostrando, sin quererlo,
los frutos que hace tiempo
me perdí, estando lejos.
Y es vívida la hora,
inventando que sueño
estos pies caminando
por el curtido suelo.
Curtiembre de cariños
y de tantos anhelos
que siguen siendo siempre
el compás de mis sueños…