De atrás para adelante
me puse, en torno al verso
que salía de prisa,
jugándose el intento,
de dejarme tranquila
después del mudo encuentro.
Yo no entendí
qué búsqueda
se encontraba en mi orilla,
donde todas las cosas
transcurrian tranquilas:
sin aciagos deseos,
sin locas pesadillas,
ni elaboradas búsquedas
que urdieran la vigilia.
De atrás para adelante,
puse el cuaderno nuevo,
subrayando los costos
de mi antiguo relevo:
dormir y hacer mis versos
surgía en paralelo,
del acoso perpetuo
de mi musa en acecho.
De atrás para adelante,
voy descorriendo velos,
quizá como buscando
los íntimos secretos
que guardan para siempre
los pliegues de los versos.