Con el danzar de las ramas,
el pino se desespera
porque la brisa ligera
lanza ruidos en su calma.
Porque ella, cuando pasa,
le hace versos juguetones.
Pareciera interesada
en esos temas de amores.
Agita, por agitar,
y se divierte al momento,
bailoteando, a su querer,
cada hoja de su huerto.
Cuando pasan las palomas
con su jolgorio de siempre,
miran las ramas bailar
y su contento se crece.
Cada silbido una nota
en la música del viento,
cada ritmo una señal,
cada verde un movimiento.
Y el tronco, que siempre está
discutiendo con la brisa,
deja este baile agitar,
con su prisa, o sin su prisa…