Cuando todo se olvide
trajinando recuerdos,
sonriéndole a la vida
por los tiempos anejos,
y haya paz a la sala
y los cuartos vacíos
eleven sus misterios.
Cuando nada perturbe
la paz de nuestros sueños
y las canas acechen
nuestros cabellos negros,
seguiremos sintiendo
lo que siempre sentimos
nacer en nuestro pecho.
Cuando la luz que queda
busca sus derroteros
en el límite justo
de lo tuyo y lo nuestro,
¿dividiremos juntos
las gratas ocasiones,
los mejores recuerdos?
Cuando quedemos solos:
¿caminaremos juntos,
pero hablaremos menos?
¿Sentiremos distancias,
que nunca supimos,
de aquellos que nos unen
y nunca más tendremos?
Cuando no recordemos:
lo tuyo, mío, nuestro;
¿avanzaremos juntos
por los mismos linderos,
o sólo sonreiremos
a las tontas preguntas
que, a diario, nos hacemos?
Cuando nos alejemos
de todos nuestros predios:
¿comulgáremos juntos
con la paz que tendremos,
diciéndole a la vida
lo tanto que sentimos,
lo que le agradecemos?
Cuando llegue el final
de los tiempos tan nuestros:
¿aplaudimos la vida,
o aplaudimos los sueños
que ya nunca tendremos
adornando con flores
nuestro propio sendero?
Cuando nos alejemos
de todos nuestros predios:
¿comulgáremos juntos
por la paz que tendremos,
adornando con flores
nuestro propio silencio?
Y a Dios pidiendo paz
aun entre los muertos:
rezaremos los salmos,
a Él, le sonreiremos
por haber sido justo,
nuestro pintor de sueños…