Cuando la luz del sol,
emerge, se dispara;
la claridad te envuelve.
Todo en función del día.
Las horas siempre pasan
sin reclamarte nada.
El río, con sus aguas,
pasa todos los días,
mientras pasan las horas;
y la hora siempre llega
y el tiempo siempre pasa.
Y el río con sus aguas,
hace su viaje eterno
hasta dar con la playa,
divisando a la luna
en su larga jornada,
recordando canciones
de amores y de zafras…
Yo, que querría fundirme
en luz, en aire, en agua:
me marcho, diluyéndome,
sin reclamarte nada.
Yo, en eterna protesta.
Yo, rumiando esperanzas,
me quedo en el requiebro
por todas las hazañas
sabiendo lo imposible
de tener los poderes
¡para intentar la fragua!
¡del sol y de la luna
del viento y de las aguas!