Correr
Correr

Correr

El río corre que corre, 

las aves, vuelan y vuelan, 

las espigas no se marchan, 

pero se unen a la fiesta.

 

Danzan, danzan, danzan 

con un baile turbulento 

cuando emergen los compases 

de las sonatas del viento. 

 

Los altos árboles miran, 

meciendo también sus ramas 

y aquí y allá se oyen trinos 

tempranito en la mañana. 

 

Mientras tanto, voluptuoso, 

el sol mira entre las nubes, 

brillando en el claro día 

entre marrones y azules. 

 

Es un día de esos días, 

cuando el soñar se impone, 

cuando se olvidan las penas

y se recuerdan 

las gratas sinfonías

de la espera.

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