En sus pequeñas olas
corre el agua del río
reflejando las luces
del sol semiescondido.
Van las embarcaciones,
cada una a su modo,
deliberando gustos,
viajantes y acomodos.
El sol, omnipresente
brilla cual si quisiera
mostrar rastros ocultos
modulando su huella.
Corre el agua del río
con destino a un poniente
lejos, allá, en la espera
del mar y sus corrientes.
Mientras tanto, la tarde,
sonriente se acicala,
esperando a la Luna,
ya vestida de gala.
Y regresan al río
las naves que se fueron
buscando los matices
de la tarde en el cielo.
Corre el agua del río,
así, como si nada,
como corren las horas
esperando el mañana.
Ya se oyen las risas
y se oyen las canciones
que acompañan los cantos
y el vibrar de motores.