Converso contigo desdibujando estrofas
de cosas que hemos dicho
o que nos han pasado.
Miro tu imagen, te rodeo
de recuerdos anexos:
alegres, tristes o sin importancia.
Te sigo mirando, me sigues diciendo
y entre tantas vueltas que le vamos dando,
apreciamos lo nuestro como nunca,
en esta comunión de palabras y hechos.
Redescubro tu acento con sus matices nuevos.
Hemos tejido juntos, cada quien por su lado
hermosas coincidencias y grandes desencuentros.
En la esquina taimada del acontecimiento,
tu miraste a tu modo, yo a mi modo vi el hecho.
Tenemos dos verdades conjuntas,
asimétricamente vinculadas.
Miro y oigo de ti las apariencias
de algún hecho fortuito
que se parece a algo que he vivido
y que, definitivamente, no es lo mismo.
Recapacito y siento nuestras tontas razones.
Tu asumes presumiendo tus verdades auténticas
Ante este, mi universo negándotelo todo.
Tu minas tus raices sin comprender los cambios,
yo asumo mis raíces, sabiendolas creciendo,
emergiendo, apoyándose mejor sobre el terreno.
Tu verdad es eterea,
mi verdad es el velo que tu vas descorriendo.