Considerando todo
lo que llevo a mi espalda:
mi arca de ilusiones,
mi alegría que salta
cada vez que la brisa
me acaricia a sus anchas.
Mis primeros aplausos,
mis logros no logrados,
mi camisa de fuerza
para lo no nombrado.
Mi ideología perdida
detrás de un altercado,
mi producción de bienes
guindados del trabajo,
mi ansiedad del ya nunca,
mi perpetua añoranza,
mis versos de ternuras,
y mis pocas ganancias.
Mis muchos nunca y siempre,
guindados en lo logrado.
Mis yo no sé qué cosas
que siempre ando buscando,
mis risas de buen día
y mi pena de espanto
cuando miro lo poco
que ya llevo logrado
y, sin embargo vivo,
a mi modo de verlo,
satisfecha por todo
lo que costó atraparlo,
con mucho de esperanzas,
las canas que ahora llevo,
un dolor en mi espalda
que me obliga a saberlo,
y un colorín de aromas
con paquetes de nervios.
Una fuerte esperanza
y un carnaval de versos
que oscilan en la trama
que siempre estoy viviendo,
cada vez que descorro
las cortinas del tiempo
y me veo a mi misma
con mi bulto repleto
de la misma ilusión
que llevaba hace tiempo,
y con la misma fuerza
para encontrar los medios
de seguir siendo yo,
¡no importa lo que dejo!