Confrontando los signos
de los siglos,
a través de fantásticas
fronteras,
está la historia
al día, almacenando
los mitos y leyendas
que pudiera.
Y la pluma volando
en el paisaje
cada cosa llamada
mala o buena,
va reiterando un mundo
de delirios,
disputando al Creador
las buenas nuevas.
Y es de cara a la vida,
esa misma que amamos,
que buscamos respuestas
a tragedias
que nos miran de pronto,
y, desde luego
hieren al alma
que nunca las espera.
Evidenciar la ruta
es el camino,
que largo a largo
lleva tus pasos fuera.
Y el paisaje de siempre
se retira
al humilde refugio
de tus prendas,
sin saber o conocer
qué cosa esperas
de la vida, del cambio,
del ambiente
para encontrar tu meta
en hora buena.
Es así que comienza
esa vendimia
en el suelo sagrado,
que te diera
otra razón para vivir
la vida,
con todo el entusiasmo
que tuvieras.
Y te miras llegar,
sin comprender siquiera
que pudieras brindar
a esta, nueva tierra,
plena de la belleza
que sugiere
el paraíso verde,
que a tu paso,
te mira caminar
y unir los lazos,
según lo que pediste
a las estrellas.