Como ves,
todo pasa:
te escribo ahora,
después de la avalancha,
cuando la arena quieta
retoza entre mis manos
y cae, lánguidamente,
sobre otras arenas
que le aguardan.
Aquella gran pasión
por descubrirlo todo
tiene una brecha abierta
que se ensancha.
El deseo pertinaz
de verlo todo
ya no agobia mis horas
ni mis ansias.
La dureza de ayer,
se ha vuelto suave
ironía que salta
con una sensatez
que algunas veces
me deja acomplejada.
Decir verdades ya
no me hace falta.
Mis ojos lo pregonan
sin palabras.
Negarme o decir no
es una dádiva continua
que me hago a mi misma,
y, por desgracia,
no hay logica que vuelque
mis no, sin disimulo
porque prefiero verme
feliz y satisfecha
que complacer al mundo.
Ya no soy la señora
del diario compromiso
y hasta me siento a gusto
usando un nuevo ritmo.
Como ves:
ya no quiero
prestarle mi interes, mis sentidos
a este mundo insaciable
yendo sin rumbo fijo,
y me miro a mi misma
descubriendo mis vetas:
¿Soy feliz?, quizás no…
pero estoy satisfecha.
El año 2006 dejamos Caracas para residenciarnos en la ciudad de Nueva Orleáns, Estados Unidos. La partidada de la tierra donde se ha nacido y vivido la primera infancia se hace cuesta arriba. Privarme de ver el Avila cada mañana me dolía. Pensé en pedirle a Mayola me pintara un óleo del Avila con toda su majestuosidad y colorido que pareciera toca el cielo Caraqueño. Desde hace 15 años llena en mi hogar el lugar que le corresponde.
En las mañanas lo veo, lo disfruto y siempre descubro algun detalle nuevo que me transporta a Caracas, es gracias a Mayola quien plasmó su esencia, nunca he sentido que me alejé completamente ya que esta imagen me hace sentir como si estuviese en Caracas.
Muchas gracias Mayola!
Lo recuerdo amiga, y es ese uno de los tantos cuadros que ahora adornan estas paginas y mis versos!
Saludos a los tuyos!