Como un grito
que se quedó sin ecos.
Como un abrazo
que antagoniza
con los cerrados brazos
que te cercan.
Como una explicación
de lo que nunca entiendes
y te deja indagando,
sin dirección ni búsqueda.
Como un tren que se aleja
dejando en el chirriar
o en los vaivenes,
las nuevas circunstancias
que ahora pierdes.
Como una dádiva,
que das,
y sin mediar el tiempo,
la retiras,
pensando en no pensar
el cada día.
Como un eco,
que descubre la pobreza,
ya cautiva,
pretendiendo indagar
nuevas vendimias.
Así quedó mi alma
sin las soñadas vísperas,
soñando que soñaba
con nuevas alegrías.