Como para pensar:
recojo mis corotos
y me acuesto de espaldas
bajo este techo cálido,
sobre la alfombra verde.
Decidiendo el empeño
que le pondre a las líneas,
hago magia de versos
como palabras sencillas,
y me siento y sonrío:
¿servirán para algo
los pobres versos míos?
¿Morirán de letargo?
¿Harán nidos de olvido
un poco a la distancia,
y otro tiempo escondidos,
donde nadie los tome
de la mano y sonría
releyendo las líneas
que otrora fueron mías?
¿Tendrá alguna importancia,
para darle realce,
que cualquiera los lea
y sienta que renacen
desde su propia fuente,
mi fuente desde el cauce
dando forma a palabras
que siempre son fugaces?
¿Encontrando en mis cuitas,
las ganas de quedarse,
como a un remolino
que les ruega quedarse?
Como para pensar,
quedo muda de sombras
y despierto a la idea:
¡no, nunca fueron mías
las palabras que vuelan!
¡Son mis versos volando
la altura que desean!