Clarita hoy se me brindó la luna
alumbrando un destino
a mi propia porfía.
Con estrellas y nubes, largas gasas
caminos infinitos
y sueño en la vigilia.
Es que la luna tiene,
entre muchas virtudes,
la de ser muy amiga
de la historia de amores,
tan tristes o felices
como la historia diga.
Yo, pensando, la sigo,
mirándola intrigada,
lo que podría decirle
al sol, de madrugada,
cuando le haya contado
mi historia, tan trillada,
y uno y otro se ría
del cuento que no acaba.