¡Canta!

¡Canta!

¡Canta! compañero,

si todavía en tu calzón

y en tus manos

abrigas esperanzas.

¡Canta!

El mundo es tuyo,

la voluntad del hombre,

de los hombres

te pertenece por entero.

¡Canta!

El ideal sublime de la verdad que escondes

es digno de cantarse.

¡Canta!

Mientras halla alegrías en el pecho,

tu garganta se torna

un ruiseñor eterno.

¡Canta!

Mientras brillen por ti

los mil luceros

de esta noche profunda en que vivimos todos

encerrados y mudos.

¡Canta!

Mientras haya un manojo

de flores

que perfume el verano

¡Canta!

No te acompaño yo

porque mi voz ha muerto.

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