Calma y viento,
llovizna y aridez,
cántaro y sequía
al mismo tiempo.
En mis premisas toda
la placidez del verbo,
la lúcida poesía,
la entrega sin lamentos.
Para tu calma, calma,
sosegada, infinita.
Pero truecas en rabias
lo que vengo sintiendo
y mi huracán se vuelca
contra tus desesperos.
Para tu cántaro:
sed profunda y repetida.
Para tu sequedad:
arenas que no tendrán
mis huellas.
Cactus amargos, penas.
Para tu calma, calmas.
Para tu viento, estelas.