¡Buenos Días, Día!
¡Buenos Días, Día!

¡Buenos Días, Día!

Brillantes, trepadores

los reflejos,

me llevan con su luz

y en la mañana

retumban las mil voces

cantarinas,

donde nacen los árboles,

la brisa,

el trepidar feliz

de hojas y de alas.

 

Es blanca y transparente

la mañana.

La sotana de nubes

tempraneras

se adosa entre los pliegues

y el cerro majestuoso

se despierta,

besado por la brisa,

cuyos dedos de gasa

acarician

con voluptuoso vuelo

los capullos recién aparecidos

con sus mensajes nuevos.

 

¡Buenos días, día!

 

Saludo y me saludan

de vuelta las espigas.

Yo, desde mi balcón

les devuelvo el saludo,

mientras sonrío y pienso:

¿Con qué nuevos andares

para mis pies descalzos

ira el insomne trazo

de mi vida?

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