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Por lo poco que fuímos,  lo mucho que soñamos  o lo que presentimos  y nunca fue grabado.    Por las primeras horas  del día prolongado  en un sin fin de sueños  tristemente guardados.    Por

Agua, viento, sometimiento,  ira olvido al olvidar,  fiera cautiva  de la falta común  que ocasionara  vivir en desnivel  perfecto con mi fábula.    Alguna acotación,  fuera de página  escondiendo mensajes  que no llegan a nada. 

Cuando todo se calla  y el silencio disipa  todas las melodias,  en los árboles,  mientras la brisa pasa  saludando,   y es pequeño ese vuelo  de las alegres aves,  se deleitan los cantos  en sus vuelos

Hubo una vez  una estación de tren  allá, en Santa Teresa.  Una calle colmada  de bailonas cayenas,  alegres margaritas,  mangos jugosos,  dulces cotoperíes  y una culebra  larga y gris,  toda cubierta  de metal  que chirriaba

De soslayo:  vuelvo a escuchar  las voces que me hablan  de cantos olvidados,  de perdidas batallas,  de injusticias tramadas,  por siempre, de antemano.  La mano hambrienta  de poder, busca sus lazos  y la vida compila 

Y qué trajines arduos,  y qué mundos perdido,  y qué llanto, y qué pena,  y qué tantos suspiros,  en este lleva y trae  de recuerdos y mitos… Y qué el estar soñando  en los mundos

¿Y ahora?  ¿Cuánta sonrisa falsa  en los saludos?  ¿Cuánta veracidad  en las palabras  hacia «la pobre vieja»  en el futuro?  ¿Cuánto mirar,  sin esperar respuestas,  en intangibles muros?  ¿Cuánta diversidad  en las ideas  que luchan

En el robusto arce,  de lado de mi orilla,  hay cantos verdes:  pericos adaptados  a estas tierras.  El paisaje es azul  reflejado en las aguas.  El sauce,  del otro lado de mi orilla,  va remojando

Si pudieran mis brazos  abrazarte de nuevo,  contarte mis desvelos,  sentir, mientras observo  que es inútil perderme  a través del anhelo  que presiona mi musa,  cada vez que te sueño,  recordando lejanas  rutas para el

Ya no sé si me queda  la fuerza de otras eras,  la sonrisa que pronto  iluminaba todo  lo que pide la escena.  Ya ni sé si mi risa  oculta o lisonjera,  animara palabras  escondidas, sin

Con el danzar de las ramas,  el pino se desespera  porque la brisa ligera  lanza ruidos en su calma.  Porque ella, cuando pasa,  le hace versos juguetones.  Pareciera interesada  en esos temas de amores.  Agita,

Vago dolor  al vaho de las horas.  Las voces primigenias  te secundan  con su eterno liar  de hojas y horas  que caen sin cesar  ante los pies desnudos,  de árboles frondosos,  donde cantan los pájaros 

Alguna vez,  mirando a la distancia,  se dibujó en las nubes  mi futuro.  Sentí los poderosos rayos  convocarme,  a nuevas citas  en el largo túnel  desde la creación  a las certezas,  de seguir siendo igual, 

Algún tiempo  fue el tiempo  de medir la memoria.  Fútiles intenciones,  decadentes y falsas,  te hicieron amalgama  de obras o de dramas.  Te perdiste en el limbo  buscando la madera  de construir tu barca.  Algún

Dejándolo todo, dejaría  esas tontas promesas  que nunca cumpliría.  Un arsenal de cosas,  repetidas,  y un arsenal de versos  que no olvidan  voluntad y tristezas  ya tiempo repetidas.  Dejándolo todo, dejaría  ese afán de volar