Amiga
Amiga

Amiga

Amiga,

procuraré entenderte

si me dices

que amas la tradición

de tardes grises

en la infinita variedad

de las costumbres

que te amarran al norte

y sus detalles.

Eres más rutilante que yo,

te viene bien la vida

de almacenar enseres

y artefactos,

llenando inmensos closets

con las muestras

de la mejor opción para la moda

en cada temporada que comienza.

Armarios llenos de productos

tarjetas llenas de adquisiciones vanas.

Un cantar a la vida,

sin los frutos venidos del ahorro

que crece o que perece

según las circunstancias.

 

Te va bien,

después de la faena, larga, larga,

acomodarte cómoda

en tu suave escenario

a tragar las mentiras

vendidas tan a diario:

una vida de compras y destellos

que aproximan tu deuda y tu salario.

 

Amiga:

esa vida no me sirve.

Yo no quiero un futuro hipotecado.

Yo no quiero fervientes tramoyistas

armandome en su mundo profesista

un camino que va a mi propia ruina.

 

Yo pienso en construir,

defender, disfrutar mi propio espacio,

ir caminando orillas y veredas

con esa libertad con que nacimos.

Tener mi propio techo

cobijando, sin deudas,

los cariños que guardo.

Espaciosa para el cariño manso

y pequeña para el trabajo manso,

unas mudas de ropa respetables,

sin esos rutilantes y costosos diseños,

un carro como tantos,

cumplidor y pequeño,

una nevera de regular tamaño

para guardar los antojos necesarios,

en esos días cuando el calor agobia

pidiendote de premio algún helado.

Unos libros tan buenos

que logren liberarte del agobio

de las gotas trotando en las ventanas

de tu techo risueño,

y un horizonte grande, grande,

pidiéndome los pasos diarios a diario.

 

Tu eres feliz, lo sé,

con tus verdades grandes.

yo tambien soy feliz

en mi mundo pequeño

que se duerme soñando

las gloriosas verdades

de los hombres pequeños,

esas que cambian mundos

más allá de los sueños.

 

Como sabes:

yo tengo un cielo claro,

un cerro misterioso,

un verde que se enciende

y que decae, al igual que la tarde.

Un llegar a mirar la misma gente

que siempre te sorprende con detalles,

un armario de regular tamaño

para todas las cosas que poseo,

un corazón vital

que alegra el trazo

de escribir libertad y armar ideas.

Un sentir que el futuro es para todos

y no para unos pocos,

que las deudas no apremian los esfuerzos,

que puedo retozar tan a mi modo,

como siempre soñe,

y aún me alcanza

para pasear a tono con la instancia

de cancelar, sin prisas,

cada paso que doy, en la codicia,

de conocer el mundo que me abarca.

 

Amiga:

permíteme ofrecerte mi hospedaje:

aquí respiraras de nuevos aires,

aires de libertades y de luchas.

Aquí parecerá un vago sueño,

ese sueño que vives y estimulas,

mientras crece la paz y la unión libre

en la patria que dejas y que sueñas,

en el azul, azul de cielos claros

y el sabroso sentir de las querencias.

 

Yo no siento que tenga necesidad mayor

que ser la dueña

de ideas y de cosas que se empeñan

en esa pertenencia cotidiana

llamándote a otro día, otra mañana

sintiendote más libre de lo que fuiste siempre.

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