Allí Quedó Mi Poesía
Allí Quedó Mi Poesía

Allí Quedó Mi Poesía

Donde el sonido
de una música suave,
puso a trinar la copa de los árboles.
Donde, haciendo las nubes,
sus piruetas
quedó en el aire, suspendido, grave,
una ínfima porción
de aquella nube
que se fue haciendo
largas volteretas,
mientras la tarde la miraba,
inquisitiva,
como quien quiere recibir
algún mensaje.
Donde, muy lejos,
se va esparciendo el agua
que observamos nacer
en la colina,
y va dejando un verdor
por donde pasa
y va calmando sed
por donde gira.
Donde tus sueños,
siempre recurrentes,
quedaron opacados por los míos,
porque los sueños míos
vienen con sus respuestas
y los tuyos,
vienen y van,
repletos de acertijos.
Donde se clava una mirada
y con sólo mirar,
habla de tantas cosas,
que prefieres callarte
para indagarte luego,
premeditadamente en el silencio.
Donde ríe la vida
con un gran alboroto
de risas y chasquidos
y unos labios carnosos
se acercan al principio
de toda la deidad e ideología.
Donde cantan los pájaros
sus diferentes trinos
en su inconmensurable algarabía,
regalando a la vida
el gesto airoso
de cómo componer las sinfonías:
entre menudas alas que se quedan
revoloteando en torno de los pétalos,
o el barullo en tropel de aquellos otros,
que prefieren volar entre los árboles
más altos,
más sublimes,
más airosos.
Donde,
al final de la arena y los caminos
se quedaron las huellas sepultadas
por el ir y venir de otras arenas
que vinieron del mar,
ola tras ola,
sólo para quedar en nuestra playa.
Donde el recóndito azul
de aguas marinas
hace ondular los brazos de las algas
con una música suave y clandestina,
que va narrando historias
de olas feroces,
de huracanes
de barcos que se hundieron,
mansamente,
vencidos por el son de los oleajes.
Donde se esconden todos los secretos
y lucha por vencer la verdad hueca
y no tienes deseos
para escrutar loa caja de Pandora,
que viste en la vitrina
de algún Centro.
Donde echan a volar
los viejos cóndores
todas las nieves de la fantasía.
Donde depositaste,
alguna vez un libro
que emocionó tu espíritu y pudiste
en lugar de trastocar tu mundo,
rendirte ante el fragor
del día a día.
Allá,
y más allá
fue donde se quedó mi  poesía…

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