Allá la suave brisa
visitando los árboles.
Acá sólo el silencio
atendiendo al llamado
de preciosos instantes.
Allá los cantos suaves
que predicen el tiempo.
Acá el simpre hastío
forjando mil detalles.
Allá, luces que juegan
a visitar follajes.
Acá, melancolía
meciéndose en la tarde.
Allá y acá de siempre
resumiendo las ganas
de quedarte
y marcharte.
Allá y acá, la esencia
de sentirte culpable
de no seguir la musa,
de no cantar como antes,
de esperar que se marchiten
las flores que sembraste.