Allá,
donde los límites del tiempo
so comen los cangrejos
solitarios,
en medio de las piedras
de mi playa.
Allá, lejana, inaccesibles,
ahora se cuentan
burbujas a deshora,
nacidas de la mar
y sus batallas.
Allá, donde los límites
se crecen
en cadenas de luces
desde las olas cercanas.
Allá,
es donde yo enterré
mis sueños de muchacha
y un enorme galeón
traficaba en mis sueños,
engullendo las olas
de mi alberca cercana.
Y el cocotero hilaba
los sonidos del viento
moviendo las palmeras
a sus anchas.
Allá, en ese allá
perdido para siempre,
en mi almohada,
retozan, como siempre,
las olas más cercanas,
y me dejo llevar
por los alegres sueños
que sugirieron siempre
las risas que me faltan:
cuando las olas llegan,
vigorosas de espumas,
y sin mirarme mueren,
y no me cuentan nada…