Allá, en las lánguidas playas
donde los cocoteros
se mecen a su gusto,
las olas se retraen
sacando caracolas
de sus nidos de arena,
la brisa canta
su canción temprana,
y acompaña el cantor de las aves,
en esa inmensidad,
donde perderse,
es el gran regocijo de las olas
que besan las arenas
y se largan,
para volver, volver,
en esa eternidad
de todas las palabras.
Allá todo se pierde
cuando el cielo está claro
y el sol se va apagando
en el oleaje
y refleja en reflejos
sus andares…
Y allá, del más allá,
donde siempre parecen
fundirse cielo y mar,
en las distancias,
hay una voz profunda
que te embarga
con un canto sereno
saliendo de tu voz
para alegrar la marcha…
Y pierde la silueta
su volumen,
dejándote arrastrar
en la avalancha
de un sol que va y se esconde
entre piruetas,
y una luna brilla
en lontananza…