Algún día,
me sentaré en el mar
de los desechos
a expresarte mis ansias
consabidas
y sempiternamente
relegadas.
Te contare de mi
aunque entendiendo,
lo mucho que ignorabas
mis requiebros,
cada toque de mi
que te turbara
sin presumir de orgullos
o de miedos.
Algún día,
cuando sienta cerradas
cicatrices,
que se fueron formando
con el tiempo,
te contaré mis cosas
y mis sueños,
en una pequeñita
aparición de gala,
que suscriba quien soy
y lo que quiero.
Mientras tanto,
tranquilamente
te tendré en mis brazos,
sin penas y sin glorias.
Por si acaso
perjudico tu andar
o tus victorias,
sumisa vertire
en mis memorias
mi sumisión tranquila
a largo plazo.