Adopté tu aspereza
como una forma
de subsistir yo misma,
en deterioro
de mi fortaleza.
Adopté tu porfía
como una forma de vencer,
dentro de mi,
la misma fiera
que urdía los debates
negándose a la herida.
Adopté tu postura
diametralmente opuesta
a mi postura,
para ser el huidizo
cristal en que te miras.
Pero no logro cambiar,
y ahora, sólo siento
que me pierdo a mi misma
cada vez que lo intento.