A dónde van , sin pausa,
las horas que gastamos,
la palabra imposible,
la imagen de tu rostro
sonriendome lejano,
las ideas vividas,
ilusiones que atamos,
la vendimia de gestos
que alegres disfrutamos.
Los sueños que vivimos
sin siquiera buscarlos,
las tardes en diagramas
que olvidamos blindarnos
para incluirlo todo
y lo poco, olvidando
en algún tonto abrazo
sin fuerza, para atarlo.
A dónde van sin pausa
las tardes que anotamos
en cualquier hoja blanca
lista para ahuyentarnos
de tantos desafueros
que fueron necesarios,
buscando las verdades
dispuestas a mostrarnos
que quedó en tierra ajena
lo poco que logramos,
lo mucho que sentimos
lo grande de apretarnos
contra cualquier insignia
que no logró dañarnos.
Así siguieron siempre
los sueños construidos
sin haberlos soñado,
en la tonta vendimia
de distintos lugares
y distintos legados
como si se pudiera
atar nuestros sentires
a nuestros largos pasos,
idealizando viajes
a través de los sueños
y los grandes recuerdos
que siempre nos llegaron.
¿A dónde va la vida
con tantos hasta cuándos?