A veces vengo
de la noche clara
y sólo mi pensar
da para tanto,
que ejercito palabras
en mi diario;
para echar a volar
cualquier adagio,
cualquier poema
aciago y solitario.
A veces,
la rima baila
con poder de letras
deshojando las horas
que me quedan,
y suelo analizar,
sin más promesas,
la verdad de lanzar
letra tras letra
en ejercicio de las
viejas musas
sincronizando
las amadas letras.
A veces sueño,
y soñando escribo
en ese clásico
deambular dormida
por las tantas verdades
que me cercan,
y añoro entonces
la virtud eterna
de lograr escribir
cuando amanezca,
y el cantar de los gallos
vocifera,
una y otra vez
en su tarea
de despertar motivos,
quizá, a su manera.