A pan y agua
se fueron
los registros de tu cara,
vi la sombra que cobija
tu sombra negra
en la hamaca,
pero tu sombra se fue
y ya no pude ver nada.
A pan y agua
se fueron
tu arrogancia y mi arrogancia
a tomar de manantiales
olvidados de la gracia.
Y a pan y agua
tampoco
alimentamos la gracia,
ni la poca luz que guarda
la celda que nos abarca.
Es así,
a pan y agua
se van negando distancias
entre tu mundo
y mi mundo,
con sus siembras mutiladas,
escribiendo nuestros nombres
a pan y agua en la zafra
con un dulce caña dulce
que le endulza
al pan y el agua
a unas ansias que se mueren
negándose la abundancia.
A pan y agua me tienes
y te tengo a pan y agua.