A la sombra,
emergen los fantasmas
que me nombran
discutiendo problemas
a deshora,
y yo, que inútilmente
compongo y descompongo
mis sonetos,
voy estirando horas
sin saber de la trama
y mis derechos.
Alguna vez trazamos
los múltiples linderos
en la oculta esperanza
de lograr lo que espero.
Y, jamás son las huellas
las mismas que buscamos
en legendaria lucha
por lo que siempre amamos.
A la sombra, sembraron
estertores de luchas
que nunca fabricamos
y esperamos la calma
detrás de las batallas
que, a tu pesar, ganamos.
Esos erguidos triunfos,
los pocos que forjamos,
hacen la maravilla
de vivir, mientras tanto.
Oramos sin lograr
lo mucho que sonamos
entre un nidal de luces
abierto hasta el cansancio
sin advertir que nunca
conseguimos lo ansiado,
entre un tremor de luces
en cielo claro, claro,
hurgando en los detalles
de algún mundo logrado.
Es por eso que canto,
los cantos que anhelamos,
y alguna vez oímos,
y alguna vez gustamos,
¡haciéndolos tan nuestros
como nunca pensamos!