Yo dejé de ser yo
desde hace mucho tiempo.
No me encuentro
en la danza de las horas,
ni me encuentro
en las ráfagas del día,
que hacen soñar
en mi futuro incierto.
A veces, en los sueños,
torno a ser yo,
pero después, despierto.
Mirando realidades.
Como regresa el barco,
después de la partida,
cada vez, a su puerto.
Yo, dejando de ser yo:
¿por qué rebusco
los destinos nuevos,
si los nuevos destinos
no son ni alternativa
y los viejos destinos
ya no me pertenecen?
Yo dejé de ser yo
en ese adiós perenne
que invita a cada paso
y la vida sugiere:
un poquito amarrada
y otro poquito inerme
ante todas las causas
en los pocos va y viene…