Y después de los llantos,
los lamentos, las horas
que se pasan volando…
El no querer seguir,
reconciliar, mover,
sólo contando pasos
sin ir a parte alguna,
a algún lugar deseado
que ofrezca, entre sus dones,
olvidar los recuerdos
sin haberlos borrado.
Y después que preguntas,
hablándome despacio,
cómo y cuándo florecen
las flores en mi patio.
Me resigno a buscarle
sentido a lo que hablamos
y es casi una herejía
las líneas que contamos,
sobre cualquier asunto
que no nos sea propio.
Como quien va, volando
y pasa sobre olas
extrañas al suceso
que vamos comentando.
Yo me quedo rendida,
entre todos los saltos:
el calor, o las compras,
la aventura en el barco,
las noticias que giran
sobre el mundo y sus casos…
pero no hablamos, no,
de lo propio o de lo diario.
Estos son espejismos
de mi mente o mis ratos,
en los cuales me interno,
negándome al deseo
de hacer hondos reclamos
a no sé qué de vida
vivida hasta el cansancio…