Sobre tí, todas las antorchas,
nacidas en tu limbo,
quemándote por siempre,
languideciendo siempre
en todos tus abismos.
Piel manchada una vez
y otra vez
en oscura pertenencia,
reclamando su cruz
para languidecer,
y entregarse
a la absurda vehemencia
de un hacer eterno
que no impulsa los ecos
dejándonos sin sombra,
sin llantos, ni esqueletos,
manteniendo la guía
para el tiempo y los tiempos.
Sobre tí,
como un milagro único,
morirá otra Pompeya.
La sombra,
hermana de otras sombras
hallará su Universo,
y, poco a poco,
advertirá la estrella,
esa que va a la orilla
de todos los lamentos.
Las olas que vivieras
a través de los tiempos.
Sobre tí,
igual decir: de todos
languidecen las horas
y vuelven a nacer
como tranquilas olas,
que vuelven al recodo.
Sobre tí, los pesares
que llen de algún modo
y de algún modo mueren
encontrando acomodo
en el flujo del tiempo
o en el mar de los logros…