Yo soy esa
hecha suspiro y brisa
dentro de mis cerrojos.
La que niega el morir
como una excusa
del no seguir viviendo
a tus antojos.
La que atrinchera todas
las ganancias del día
alegre o melancólico.
La que descree
de todas las promesas
del viaje sin mañana
o sin retorno.
La que cuelga, cada hora,
su relicario a cuestas
aunque nadie lo note,
aunque nadie lo crea.
Yo, yo soy esa,
bendiciendo las dádivas
regadas en mi entorno
entre lo que ahora soy
y lo que era.