A tu manera altiva
de encarar lo que sientes
surgen rugidos graves
desde mi mudo pecho.
Sintiendo el tremolino
de todo lo que siento
acompaso compuertas
mientras pienso.
Dejando ir mi barca
sin la prisa
que bambolea el tuyo
en las orillas,
entre sus bregas.
Conflictos,
embestidas audaces
transfiriendo las olas
a su oleaje
que no daría la paz
a los sentidos.
Enfrentamiento, choque
de delirios,
guardando en mi bolsillo
lo mejor de este viaje.
¿Por qué el conflicto eterno
hora tras hora,
en lugar de la cálida sonrisa
que dá la comprensión de lo que hicimos
otorgando al otro con riquezas?
¿Por qué no comprender
que, al fin y al cabo,
después de tanta vida compartida,
solo nos merecemos siendo humanos?
Y el ser humano es eso
un ser inacabado, caprichoso
que no llega a librar lo más hermoso
construyendo la paz con que ha soñado.