Tengo para vivir
las viejas letanías
que aprendí en los vaivenes
de la infancia:
mi propia deslealtad
por las mentiras,
mi justificada fe
por los milagros,
mi risa contagiosa
y precavida,
ante la alegre pose
de la vida,
burlando a cada paso
los presagios.
¿Qué tengo?
Mi endiablada verdad
indiscreta y precisa,
tan enemiga siempre
de aquellos que amenaza.
Mi arrogancia de verbos
saludandome al alba.
Mi insatisfecha búsqueda
de lugares deseados
en fronteras que guardan
increíbles milagros.
Mi trasquilada angustia
cada vez que gustamos
del ansia de sentirnos
tan libres y amarrados.
Tengo para vivir
una cadena
que ríe de mis pies
y mis cansancios.