Ser, quien quisiera ser,
no es más que una tonta ideología.
Un «yo misma», sin serlo,
clavada en un poste
de cualquier avenida.
Y es larga, por fortuna,
la gran vía…
Aquí y allá, jugando a conjugar
versos prohibidos,
entre el esquema extenso
y la gran vía…
Yo, con mi sonrisa larga
para el viaje,
hago genuflexiones y sonrió
mortificando al verso
que me sigue…
¡aún sin entender todavía!
Ser quien quisiera ser
es otra farsa,
que le debo al olvido
¡o a la vida!
Al olvido, porque olvida todo.
A la vida, porque recuerda todo
lo que debía olvidar
¡en la otra vida!