Viejo: como el largo camino,
como el conuco, viejo.
Como la sonrisa siempre,
como el relicario viejo.
Como la paz que sientes
aunque la ausencia es larga,
como los «epa mija»
y la bondad del alma.
Como esos viejos cuentos
que se alargan y alargan,
en un dormir de niños
que sueñan el mañana.
Como las tantas cosas
que atesoramos siempre,
tu recuerdo se mueve,
fluido en mi corriente.
Fuiste mitad mi padre,
mitad un abuelo bueno,
mitad luz y sonrisas
que escapan sin quererlo.
En tu burro, paciente,
desde el conuco añejo,
siempre vas en mis sueños
con tus mejores gestos.
Esos ojos que brillan
con resabido esmero,
legan paz a mis sueños
y a mis antiguos miedos.
Eres siempre mi rayo
de luz desde lo lejos
con tu cabeza blanca
y gentiles consejos.
Eres tú, en mi memoria,
siempre cariño bueno,
mi grata compañía
y mi Quijote negro.