¡Qué manera de caer
la llovizna sobre el río!
¡Qué manera de llegar
las aguas a su destino!
¡Qué manera de seguir
siendo esto que ya fuimos!
¡Qué manera de saltar
por diferentes caminos,
sabiendo que esta es la paz
que un día nos prometimos!
¡Qué manera de soñar
lo que nos imaginamos,
recreando en el dormir
lo que nos vamos negando:
un sueño que tenga vida
y un por qué para avivarlo,
cuando pierda la pereza
sobre los sueños dorados!
¡Qué manera, qué manera!
de desperdiciar los ratos
que van minando el «te quiero»,
la bendición de los besos,
aquella lluvia de abrazos
que alejaba los dolores
cubiertos de desencantos,
mientras tu miras la lluvia
y yo las ondas, viajando…
hasta un mar que siempre espera
lo que yo vengo aguardando…