Desde estos linderos
de caminos largos
va la poesía
su musa encontrando,
ya bailan las ramas
las notas rondando,
con el mismo impulso
de su desenfado,
y va, con su danza,
el viento en el patio.
Los pinos, alegres,
aceptan el trato
y mecen y mecen
sus ramas bailando.
Y, en justa maniobra,
aceptan el trato
de de tardar la musa
que viene gestando
una danza alegre
y un lenguaje manso.
Desde los linderos
que marca el espacio
se encuentran las hojas
con el desenfado
de un vals que pulula
entre tallo y tallo,
y, haciendo piruetas
dentro del espacio,
juegan ramas largas
en vuelos cruzados.