Cosida a los linderos
de la brisa,
hurgue entre lo que extraño
y lo que aun deseo.
Nada pude pensar
que fuera consono,
con ese palpitar
y mis desvelos.
Cosida a las memorias
que pululan
en ese gesto extraño
de mis ruegos,
juego a experimentar
con toda letra,
poniendo a mis designios
algún dejo.
Y es la nostalgia tonta,
en la cual leo,
cuando escribo los versos,
que ahora dejo,
sin entender siquiera
lo que anhelo.
Cosida entre las tantas
vastedades,
el pensamiento juega
entre los velos
de alguna nube gris
que alcanza altura
para plenar de gotas
los senderos.
Cosida voy
a un canto, señalado,
que ya cubre la paz
de mis desvelos,
mientras alerta el trino
de las aves,
uniéndose a la tarde
desde lejos:
es íntima soledad,
es lluvia y viento,
son lejanas montañas
y son tontos anhelos.