Yo: la escondida de siempre,
la que no tiene prisa
de llegar hasta el alba
y se queda rendida,
retozando en la cama
con su silencio a cuestas
y su hambre de palabras.
Yo: la siempre relegada,
por sí misma, en la escena.
La que busca frustrada,
cualquier cambio de agenda,
que le sea propicia
a su hambre de mañanas
distintas, siempre nuevas…
Y se escurre en las sombras
como quien tiene pena
de ser siempre la misma,
con la misma condena
de andar deseando mundos
en su playa pequeña,
sonando que su barca
llegará cuando muera…
Yo: la difusa, inconclusa,
perdida de sus mareas…
Yo: la que siempre he sido.
Yo: la que siempre espera,
renacer de una ola,
en una playa nueva…