Cuánta infinita
soledad asume
el alma persiguiendo
un ideal.
Cuánta mirada altiva
suspirando
hacia sueños que tuvo
y que tendrá.
El tiempo,
transformando todo,
debilita las ganas
de llorar,
y la esperanza nace
tras de las fuertes rocas
que en la playa, fundidas,
siempre miran al mar.
Inextinquibles autoras
del derecho
de asumir nuestros sueños
y crear nuestro afán.
Porque todo es posible
si nuestra mar agita
la fuerza del destino
unida al ideal.
Todo es posible,
si vencemos muros
colocando los sueños
en justo pedestal.
Y alguna vez la aurora
cantará en su aureolas
los pasos y batallas
que logramos ganar.