Piel niña, piel joven,
piel añeja.
Piel de todas las tardes
descubierta.
Piel del sueño
trasbordando sueños.
Piel de la piel
que ya nunca envejece
y sonriente transforma
los dimes y diretes;
suplantando nostalgias
y placeres.
La dimensión absurda,
hilando hasta perderse
de la piel propia,
como larga cola:
susurros y serpientes.
Piel de durazno,
propia a la vendimia
traza andariega
la jornada justa,
y en el silbato
de la noche entera:
juega a jugar la paz
en las fronteras.
Piel telaraña
de las largas marchas,
piel veterana
de las marchas justas.
Piel escondida:
insípida y prestada
a mil proezas juntas,
que se hilaban,
en el ser o no ser
de la justicia
o en el ver o no er
de los cansancios
prendidos a la paz
de las fronteras…