Primero un suave titilar
dominando la noche,
después, miles y miles
de linternas
proclamando un poder
desde lo lejos.
Primero,
masas indómitas
en un girar concéntrico,
después cuerpos celestes
trajinando los cielos.
Primero la Tierra,
erupcionando,
formando los relieves
después,
las montañas alzadas
oteando el horizonte.
Primero,
el saltar brusco
desde grandes murallas,
y el agua,
huracanada casi
vertiendo generosa sus fluidos,
después, oceanos y rios
conjugando el espacio.
Primero,
una hierba muy fina,
temblorosa, suavisima,
después los grandes troncos
alzándose en abrazos
intrincando los bosques
y senderos,
en todos los colores y tamaños.
Primero,
un pequeño aleteo
prometiendo fugarse,
después todos los cantos,
las carreras fugaces,
debilidad y fuerza
con distintos ropajes
ganando sus dominios
en distintos paisajes.
Primero las penumbras,
sin acentos.
Después todas las luces
con sus acentos puestos.
Primero el despertar
de las primeras almas,
después el despertar
de los tormentos.
Primero un beso ínfimo,
después la potestad de las pasiones
generando deslaves y traiciones,
todas al mismo tiempo.
Primero la sonrisa por la vida
después la muerte eterna
concebida
en las primeras leyes,
de nuestros estamentos.
Porque es así,
como se va la vida
en este viaje eterno
sin regreso.