Ver pañuelos de pétalos
cayendo en tenues vuelos.
Ver la brisa que cruza
desnudando las ramas.
Ver toda la belleza
escondida de triunfos
mientras la tarde avanza.
Ver en el panorama
que se enciende de luces,
como van y navegan
las hojas que ahora vuelan
en cascadas felices,
después de las ofrendas
vertidas sobre el agua.
Ver ese rio, placido,
navega que navega,
llegandose a la orilla
de la mar que lo espera
y recibe con gusto
la consabida ofrenda:
la corona de flores
que endulza su marea.
¿Y el río?
El río siempre espera
llevar sobre las ondas
los pétalos que danzan.
Ver como aviva el aire
los aromas de floresta,
y sentir, más que ver,
las aves vueltas pétalos
en las flores que vuelan…