Ah! Caracas
fiel amiga
que en el verde terciopelo
del frescor de tu mañana,
te remiras angustiada
bajo el pedazo de cielo,
herida,
muerta,
acosada,
despedazándote anhelos
en tanto que repasabas
la sangre mustia de venas
y el ardor cobre
del cerro.
Viéndote estoy
y estás triste
y te miro y la mañana
parece una herida tuya
entre claras llamaradas.
Tu gente,
tu pobre gente,
esta siendo acorralada.
Esta cortado en pedazos
el blanco de tu mirada.
Estás triste,
pobre y triste.
Te tengo pena Caracas,
y siento una herida honda
¡mi princesa degollada!