¡Qué Manía!
¡Qué Manía!

¡Qué Manía!

Qué manera de estar sin estar,

de mirarte sin verte,

de partir para quedarte

en la misma añoranza.

 

Qué manera de zigzaguear el día,

sin mediar en los tintes

la azul policromía

de estos azules pálidos y grises.

 

Qué manera de sucumbir

ante el oprobio

de sentarme callada, sin protestas,

vertida en los canales de mi enojo.

 

Qué manera de estar cuidando el día

para que no adelante su partida

porque viene el mañana y el insomnio.

 

Qué manera, mi Dios:

tu que eres sabio,

no permitas palabras en mis labios

que puedan seducir a mi partida.

Yo sigo aquí, anclada de por vida,

midiendo los despliegues de mi asombro,

mientras gritan en mi, ¡de qué manera! 

las ansias de perderme, sin retorno.

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