Muy a pesar de todo
sigo aquí,
enquistada en mi playa,
en mi paisaje.
Las mismas piedras grises
me acompañan.
Ola tras ola,
el mar viene a mimarlas
y se marcha.
En intermezzo,
la espuma llega y danza
sobre mi yo, descalzo.
Triste, triste el paisaje
en unas alas grises
que van legando adioses
a mis tristes instantes.
Y yo, muy a pesar de todo
sigo así, vacilante,
sin emprender el viaje
que libere a mi canto
de su cansino aire.
Vivo el vacío niño
que nunca dejara
mi alma de hospedaje,
tampoco digo adios
a todos mis desvelos
ansiosos como estan
de perpetuarse.
Un revuelo incesante
me despide.
Tomo mi paño,
sujeto entre las rocas,
miro a mi siempre mar,
y le dedico adioses
sin palabras,
a las olas y alas
de mi playa.