Yo nunca supe ser,
luego, no he sido.
Pero ya no me quejo
de lo que no he vencido.
No, nunca supe ser,
luego, no he sido
más que el triste retrato
que sigue siendo mio.
Poco se de más vueltas
de las que usa el perro
arreglando su cola
para el posado nuevo.
Miro al mundo corriendo
tras de su mismo sueño
y aquí en mi alma cargo
los mismos desconzuelos,
sin encontrar respuestas
que animen mis esfuerzos.