En volandas
llego hasta las cavernas
de tus ojos,
tomo de ti el elixir
para mis angustias.
Me despellejo,
quedas pensando en mi
otrora visionaria,
relamiendo las límpidas auroras
nacidas de tu sombra
y de mi sombra.
Renacer en el claustro
profundo de tu risa,
y me animo en la ráfaga
como buscando el día
me afano ante la víspera
que ya vislumbra el aurora.
Te busco
dentro de ti,
y frente a ti,
me entrelazo,
me entretejo,
te abrazo
mi mano entre tus manos
¡eterna prisionera!
de lo que nunca fuímos
de lo que nunca fuera.